Crónica de una experiencia viviente

Apr 26, 2014

Respresentación desde hace más de 30 añoos en Barrio Capula, Tepotzotlán

Tepotzotlán: en las profundidades de una tradición

Para www.Tepotzotlánpueblomagico.org: Juan Alberto Vega o Albar Says.
Crónica

 

La mañana del viernes 18 de abril de 2014; visitantes, originarios y devotos, se reunieron en el atrio de la Rectoría de Nuestra Señora del Refugio ubicada en el barrio de Capula, en el pueblo mágico de Tepotzotlán, para disfrutar del tradicional recorrido por las calles de la pasión y muerte de Jesucristo.

Esta es una tradición que se encuentra viva y contante desde hace aproximadamente 30 años y que por la perspectiva que da en la actualidad, se encuentra más viva que nunca, dispuesta a vivir y revivir el momento de la pascua.


Las actividades iniciaron a las 9 de la mañana, con la representación de la captura de Cristo esto en el atrio del barrio. Después de dar un recorrido por las calles, realizar la actuación del juicio que vive Cristo en manos de Pilatos, Caifás y Herodes, regresaron al atrio a las 12 horas para seguir con lo que la tradición demarca, la crucifixión.

Después de un breve descanso, para que los intérpretes de la representación descansen por lo ajetreado del movimiento, se escenifico la entrega al Nazareno de la cruz.

Acto seguido partieron con él hacia el lugar donde se celebraría la crucifixión y muerte. En el camino se encontraron con la Virgen María, la escena amarga en que la Verónica le limpia el rostro y le es negado el trago de agua, así como el momento en que las mujeres piadosas son participes del propio viacrucis cotidiano.

No puede faltar el momento en que Simón de Sirené ayuda con la pesada cruz, así como cuando Judas Iscariote se da cuenta de pecado y decide remendarlo con la devolución de las 30 monedas de plata, quien corregir lo escrito, y al ver que no puede remediar lo que inicio en el huerto de Getsemaní, decide colgarse de un árbol que se encuentra con Jesús en el Camino.

Al llegar al lugar que ha de servir para ambientar el Gólgota, los ladrones que acompañan en el caminar amargo, son colocados en su lugar y simulado que son clavados y amarrados a la cruz. Después de un tiempo de silencio y de cantos de meditación, Cristo es crucificado y exhibido ante todos los presentes.

De una forma muy breve se lleva a cabo este momento y cuando termina es descendido y colocado en los brazos de María, la Virgen y Madre. Después de unos momentos de silencio, todos regresan a sus hogares, algunos encuentran refugio en los puestos que han sido colocados en las cercanías del lugar.

Ya que por la tarde, si es que la lluvia lo permite, se reunirán para las actividades que marca la santa madre iglesia, así como dar el pésame a la virgen y acompañarla en el recorrido por las calles de la rectoría para llevar a cabo la procesión del silencio.

 

***

Se aproximan entre gritos, murmullos y pasos veloces; hombres, mujeres y niños de todas las edades. Algunos vienen vestidos -como cuenta la tradición- con trajes que en la actualidad fueron confeccionados con tela satín, claramente como se cree que se vestían los judíos del siglo primero.

Todos traen prisa, les urge llegar al atrio de la rectoría para entregar a Cristo la cruz y partir a crucificarlo.

Al llegar entran todos por una pequeña puerta que da a la iglesia pequeña de Capula, para hidratarse, cambiar algunos de atuendos y sobre todo para descansar puesto que el camino que prometen recorrer es aun largo y difícil; esto porque el sol se encuentra en el ángulo cenital.

Pasa el tiempo y se ve que salen todos aquellos que van vestidos como el momento lo demarca, se les ve salir y alistarse para el camino. Aquel que representa al futuro crucificado va entre dos hombres que representan a soldados de las cortes romanas, las que pertenecen a - Tiberio Cesar Augusto, el que corresponde al momento histórico-. Una camioneta en el atrio lleva sonido, un poco distorsionado pero que ha de servir para aumentar el volumen de voz que tienen los que viven esta representación. Por su parte el pueblo, aquel que se reúne para meditar lo que los actores representan, se encuentra formando un círculo y esperando en silencio que inicie la representación.

Toma la voz un hombre con atuendo que logra distinguirse de los demás soldados. Lleva un papel en las manos, le entregan el micrófono e inicia a leer lo que es la sentencia de Jesús. -¡Hey! Ustedes, ¡Soldados!- Grita y señala a la esquina del atrio- Tomad esa cruz y entregársela al reo. Dos soldados corren a la esquina, toman la cruz y cargándola, entregan a Cristo su arma mortal.

Este al tomarla en un acto que transmite humildad, la abraza. Acto seguido aquellos que representan al pueblo hebreo, gritan con todas sus fuerzas: -¡Camina Nazareno! ¡No tenemos todo el día! El Nazareno, toma la cruz, y parte a una velocidad impresionante, se ve que es él quien lleva prisa por terminar el momento tortuoso.

Sigue con ese paso y da vuelta a la derecha al salir del atrio, ahora comienza el verdadero camino, una calle en forma de subida, empedrada con piedra laja y con una pendiente pequeña, pero de aquellas que cansa a todos, incluso a los que llevan vacías las manos.

Al ir caminando se ha colocado un lazo amarillo, de aquellos que usan para toda clase de actividades, en esta ocasión este sirve para delimitar el espacio, esto porque la calle se ve llena de personas, algunas en los techos de las casa, otras en arboles, algunas sobre la banqueta, pero todas esperan que Jesús de Nazaret pase por su casa con esta tradición que da vida a la comunidad de Ca pula.

En el camino se encuentra con su madre, la Virgen, quien es representada por una jovencita vestida con una túnica blanca y un velo azul con estrellas. Va acompañada por el apóstol Juan, el más joven, a quien según la tradición cuenta que no llegaba la edad de 18 años. Él que era el menor de los seguidores del galileo, decide acompañarlo sin miedo y junto a su madre en todo el  camino, en el ya conocido acto de redención. Pero volvamos con la Madre, esta jovencita a quien la comunidad acostumbra seleccionar por tener las virtudes a flor de piel; edad, belleza y pureza – aunque sea en el cuerpo o eso promete- .

Quien por ello debe de tener la edad en la sangre revolotea y se controla, para tener el privilegio de imitar a la Madre de los Pecadores. Sin importar que nuevamente la tradición Judía diga que la madre debería de rondar los 45 años el momento en que Cristo muere. Esta jove ncita, con el acto lleno de dulzura, se acerca al reo, lo mira y con la voz casi destrozada –observamos que se ha metido en su papel- dirige unas palabras que muy pocos asistentes escuchan, esto por el problema del audio.

Abraza tiernamente al hombre y nuevamente, los soldados comienzan a gritar para dar prisa al acto bélico. Así de efímero es el encuentro madre e hijo.


***


Sigue la multitud su camino, los rayos del sol queman, se sigue camino arriba y después de varias estaciones que marca el viacrucis oficial, el galileo, muestra debilidad, los soldados corren a buscar a alguien de aquellos que van con el pueblo, y toman a uno, le ordenan que le ayude.

Este hombre va vestido completamente con una túnica de color café, lleva un cíngulo blanco, su piel es morena y lleva el pelo corto. A este hombre le ha quedado perfecto el personaje, muestra que fue hecho para representar esta pasión como Simón de Sirené, aquel a quien en los evangelios se cita, para decir que ayudo a cargar la cruz de Cristo.

No por el respeto que llegasen a sentir los centuriones romanos, mejor dicho por el miedo de que el espectáculo se viera trunco al morir en el camino el prisionero.

Este es momento del camino donde ese hombre desconocido es ahora el auxiliar al cargar la cruz. En las cercanías por donde el camino es recorrido, se observa que este es momento del camino donde más pendiente se tiene. Ahora el actor que carga la cruz, se ve cansado, camina un poco despacio, pero sin importar el rayo de sol, camina con toda la dignidad y seguridad del papel que representa.


Toca el turno de una mujer, entre la multit ud se acerque al mesías y cruza unas breves pero completas, por su parte el Cristo le ha de dejar dos recuerdos; el primero es el cambio de nombre, pues aquella mujer no tuvo miedo, se acerca con toda la sutileza mientras los soldados discuten, limpia el rostro con un paño blanco y el recuerdo es la imagen impresa que lleva en las manos.

El segundo recuerdo lo llevara en la tradición, a partir de ahora todos la recordaran y le llamaran Verónica; que quiere decir en hebreo “el verdadero rostro”.

En esta estación observamos que el dramatismo forma parte del momento, la mujer limpia y ofrece un vaso con agua, en ese preciso instante se escucha un grito de un romano, quien exige que sigan su camino y aparte a aquella insignificante mujer que ha servido para representar a una mujer llena de dignidad y orgullo, en algo tan simple como es ofrecer un vaso de agua.

Al encumbrar la subida que han recorrido, unas cinco mujeres, todas con velos de color, vestuarios satinados, se acercan al cortejo, se arrodillan y se les escucha decir; -Maestro no lloramos por nuestras penas, lloramos por ti, por no reconocerte- A lo que Jesús responde; No lloren por mí, lloren por ustedes y sus hijos- prosigue el discurso pero ahora no se le escuchan con posición las palabras por los problemas de audio. Los soldados apartan a las mujeres de la forma que como ya es su costumbre a gritos e improperios.

En este momento el camino se reduce, se pasa por milpas, cercas, alambrados y un camino muy estrecho, la multitud que acompaña la procesión, tiene que ser mandada al frente de esta procesión o a la parte posterior, el camino es angosto y únicamente permite el paso de aquellos que sirven para representar.

Al cruzar una puerta que se encuentra al terminar la milpa, se puede observar un estupendo escenario, propio de un pueblo mágico; Una casa en ruinas, casi abandonada.

La casa es de aquellas que de mínimo tiene un siglo de antigüedad, con ventanales al camino, con todas las cualidades de una hacienda en abandono, de aquellas que abundan en México.

En este escenario se ha de representar la segunda caída, la primera fue al salir de la iglesia y la omitimos porque con las prisas que llevaba el Cristo, fue tan efímera que muy pocos la disfrutaron. Después de levantarse, se encuentra con un hombre con una arracada, vestido como si fuera un jugador de la época –es Judas Iscariote, el traidor-, el hombre que representa este personaje, se ve completamente afligido y acongojado, ahora la culpa lo corrompe y hace que pierda los estribos, que se azote contra el suelo y aviente las monedas. Entre los espectadores se escuchan murmullos de admiración y contemplación.

La representación llego a su plenitud, ahora todos esperan el momento donde Judas muere. Al seguir unos pasos, llega a un llano grande. Este lugar esta bardeado, para acceder a él, debe de detenerse nuevamente la multitud que acompaña, y permitir el paso de los actores. Al entrar al lugar nos damos cuenta que las personas se nos han adelantado y muchos se encuentran sentados a la sombra de un pasto, de una lona que ha sido colocada por los diferentes puestos de comida, antojitos y de más que ofrecen un aperitivo a los asoleados asistentes.


Al pasar el reo junto a un árbol, se escuchan gritos, pidiendo perdones y se observa como un hombre se balancea en una cuerda. Este es el final del traidor. Quien ahora cuelga de un lazo que fue colocado para impregnar más dramatismo a la representación.

El Cristo cae por tercera vez y al levantarse lo hace con su segundo aire de fuerza, quiere llegar a la cumbre de esta breve inclinación. Con pasos largos y seguros se da prisa y llega al lugar que ha de evocar el Gólgota o lugar de la calavera, lugar donde se acostumbraba ajusticiar a los rebeldes. Al llegar el lazo rodea un espacio adecuado para que puedan maniobrar los actores. Llego el momento de crucificar, aun que el sol se encuentra en su máximo apogeo, las mujeres piadosas se quitan los velos y cubren la cruz para que no sufra los quemantes rayos del sol aquel que representa al crucificado.

Los segundo escurren de una forma lenta y uno de los creyentes comienza a entonar una de aquellos cantos que interpretan intentando llegue al alma del individuo y tenga misericordia de él creador. El canto es lento y fúnebre, es interpretado por un joven que parece ser eunuco de la iglesia de la comunidad. Lo hace de una forma en la que se observa que disfruta lo que realiza.

Llega el momento de exaltar, de observar como muere en la cruz. Lo suben con cuidado y detenimiento, cuando ha sido colocado en ángulo cenital, todos los que participan se aseguran que la cruz no tenga balanceos, que sea breve y conciso la representación final. Los ladrones que se encuentran a su derecha y a la izquierda, comienzan a platicar entre ellos, los reclamos es su vocabulario.

Cuenta la tradición que uno se burla de aquel que se encuentra al centro-Jesús- . El otro con acto de recato, toma su papel de dignidad al morir culpable y únicamente pide que sea recordado cuando este se encuentre en el reino. Las personas acostumbran llamarle buen ladrón. Después de esto el ambiente de soledad es roto por un grito desgarrador.


Es la jovencita que vive el papel de una madre que observa como muere su hijo de una de las formas más ruin que ha de recordar la humanidad. Una a una van saliendo las siete palabras que dice la tradición que Cristo dijo antes de expirar. Al decir la última, el representante parece que realmente ha muerto, se queda rígido en la cruz. Los que se encuentran al pie de ella hace todo lo adecuado y correspondiente a lo que la tradición marca.

Los soldados colocan una escalera retrancada de la cruz. En ese momento con un lienzo blanco comienzan a hacer descender al crucificado y lo dan a la madre para que lo contemple. Este es el momento donde dan por concluida la representación. En ese momento drásticamente la multitud comienza a dispersarse, algunos quedan cerca del lugar, en los puestos disfrutando de lo que ofrecen. Otros caminan de regreso. El sacerdote de la comunidad hace una invitación para asistir por la tarde a la Rectoría a ofrecer el pésame a María y realizar la ya tradicional procesión del silencio. Así, drásticamente y con la promesa de volver a regresar al próximo año, todos los reunidos se dispersan por donde encuentran camino y esperan volver a encontrar la oportunidad de retornar a vivir esta experiencia el próximo año.

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