Procesión del silencio en las comunidades de Tepotzotlán

Apr 3, 2015

La tradición la madre del que muere clavado

Noche de dolor; pésame a la Virgen y Madre

[Viernes Santo 3 de abril de 2015]

¨Procesión del silencio en las comunidades de Tepotzotlán.

Por Juan Alberto Vega Barreto [Albar Says] para www.Tepotzotlánpueblomagico.org

“Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.”
Fray Miguel de Guevara

La noche se muestra oscura, está la luna melancólica, el camino se mira taciturno. Es la noche en que según la tradición se recuerda el paso de Cristo en la tumba, aquel momento en que la virgen madre se encuentra de luto. Es la noche en que la unión del mesías es tal; que se vincula incluso con una muerte, con pasar a santificar a los sepulcros, el sentir la piel fría, los ojos sin dirección, el cuerpo inerte, la paz de los cementerios.

Es el momento de acompañar a la Virgen María en su dolor. Según la tradición la madre del que muere clavado rondaba los 45 años, se observaba joven, atenta, a la mitad de la vida. Sin importar eso, se encuentra sola, abandonada por el señor, cumplida la profecía de Simeón: “A ti una espada te atravesará el corazón”, una cruz hierre su realidad.

Cristo se encuentra en el sepulcro. La iglesia desempolva las imágenes del santo entierro, en la mayoría de comunidades del pueblo mágico, se tiene esta representación. A muchos les ha dado miedo, mirar a un muerto constantemente, es cotidiano encontrarlo en las entradas a las iglesias. El alma le abandono desde la hora nona, expiro, envuelto en su sudario y en la necesidad que sean sus amigos los que le brinden la protección ante la descomposición.

El pueblo de Cañadas de Cisneros realiza los ritos de pésame a María de una forma totalmente tradicional, se va en cortejo hasta el panteón, se acompaña a cristo en su urna de cristal y la Virgen madre acompaña en su dolor a su hijo. La virgen suele ir vestida completamente de negro o morado, un paño en las manos que denota su llanto. Cara afligida, ojos rojos, hinchados, el pelo recogido, siempre de luto, en soledad, mira al cielo o a la tierra. Clama al creador, al verbo que ahora al encontrarse en la rigidez humana, se puede decir que pertenece al pasado.

El cortejo lo encabeza un tambor. Golpe a golpe desgarra el ambiente, los perros ladra, únicamente se escuchan los pasos, uno a uno el silencio reina en la peregrinación. Antorchas encendidas, golpes cada 10 pasos, algunas veladoras, una lámpara ilumina el rostro de la virgen.

La luna se muestra encantadora: ilumina el desértico panorama, acompaña en la soledad, muestra su brillo, pero esta noche se mira a distancia, lejana, incluso que ella sabe que la iglesia recuerda la muerte de aquel que por misterio es creador y creatura, padre e hijo, tres personas en una sola.

Las personas se dirigen al panteón de la comunidad, es muy raro observar cotejos fúnebres nocturnos en la actualidad, es por ello que los perros comienzan a ladrar, esto vuelve el panorama más desolador.

Al llegar al panteón, el sacerdote que acompaña el cortejo eleva una oración por aquellos que reposan en la paz del señor, que esperan la justicia divina y saben que el creador ahora forma parte de las creaturas. El redentor les acompaña en su muerte y resurrección a las cuestiones finitas.

En su oración el sacerdote pide que recuerden a todos los que reposan en el campo santo, incita que se crea que si acompañaron a cristo en la muerte, también lo acompañaran en su resurrección. Algunas tumbas se observan frescas, tiernas, no tiene mucho que fueron rascadas en el terreno y abrieron paso para aquellos que de forma natural o inesperada, en Cristo descansan, esto vuelve que ahora sea el silencio que se apropie de los recuerdos, que más que ser un acto simbólico, tome verdadera importancia, que sea el sentir a los conocidos separados por una distancia que incluso el salvador quiso cruzar.

El frio de la tumba hace que en el pueblo se respire tristeza, pesadumbre y nostalgia. Algunos voltean la mirada a las tumbas, no es necesario que cada uno se acerque a el lugar en que reposan sus padre, hijos, familiares, conocidos, queridos, estimados o admirados, con una mirada unen sus recuerdos y comprenden que algún día ellos se encontraran en este espacio.

Minutos después, el sacerdote pide que regresen a la iglesia en el mismo orden que han llegado, que el rito tenga un final y que no sea únicamente el cumplir con una tradición, que sea un momento de meditación que nos muestre la realidad: “somos hierva que habita en el campo y tan pronto la golpea el viento deja de existir y nadie vuelve a saber de ella.” Eso nos dice la Fe cristiana y la biblia.

De regreso un toro comienza a mugir, la cara de las personas es de sorpresa e inesperada, es algo poco inusual que ocurra, es algo que denota que el ambiente sabe ¿Qué pasa? ¿Por qué pasa?

¿Para qué se hace?

Ahora el rostro de las personas muestra una tristeza cierta, todos comprenden que la muerte de cristo, es la misma que algún día alcanzara a todos.

Al llegar de regreso a la iglesia, el objetivo del rito se cumplió: todos conmemoran y entienden en carne propia el dolor de pérdida de María. Todos con una mirada el vació, con un sufrimiento experimentado, todos muestran dolor, distancia y remembranza de sus seres amados.

Dejan a la virgen en el altar principal, a su hijo en posición de cuando los cuerpos asisten a misa de cuerpo presente y después de unas palabras del sacerdote, se despiden con una oración propia y al pasar a dar un beso a la virgen en sus telas.

Uno a uno, salen de la iglesia en silencio; con la esperanza que el templo se reconstruya en el día tercero. Que la promesa de la resurrección sea aquella virtud que acompañe día a día.

Que nadie vuelva a vivir tan estoicamente el dolor como la virgen dolorosa.

“Brazos rígidos y yertos, 
por dos garfios traspasados,v que aquí estáis por mis pecados,
para recibirme abiertos,
para esperarme clavados.”

Himno
Brazos rígidos y yertos
Fuente: Liturgia de las horas

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