Pregón de posada

Dec 14, 2016

De figuras y otras magias, No. IV

El sonido y sabor del corazón

En la opinión y memoria de Juan Alberto Vega Barreto [Albar Says] para www.Tepotzotlánpueblomagico.org

Ya los gallos cantan, las aves también, el cordero dice que ha de nacer en Belén. Verso típico que se recita en las posadas en Tepotzotlán.

Llegó la temporada decembrina y estamos a días de comenzar las posadas, el acto religioso en el que se recuerda el peregrinar de José y María hasta Belén, en México cuenta la historia que comenzaron en Acolman, Estado de México. Y era en este lugar en el que recibían el nombre de misas de aguinaldo. Está de más hacer el recuento histórico y creativo de la temporada, el hablar que en los años en que Tepotzotlán era un pequeño pueblito al que para arribar eran horas y horas de viaje – No es que actualmente no lo sea, pero las vialidades han mejorado y cada día es más fácil llegar a él-. Es suficiente con pensar en que la navidad es una temporada en la que la sonrisa se encuentra flor de piel, en que las luces de bengala iluminan los corazones y en el que los canticos son algo que surge del corazón. En que los niños acostumbran a cargar los peregrinos y las leyendas o mitos sobre  la temporada abundan.
A casi medio siglo, las memorias de los adultos cuentan que esta temporada era la oportunidad para estrechar lazos en las comunidades, que en muchas era la oportunidad de probar un bolillo recién orneado, acompañado de un té de alguna hierba de los cerros y endulzados con miel natural, extraída y conservada de los panales de la región.  Al menos eso nos cuentan las personas sobre la temporada de navidad.
Algo que habita en el recuerdo de las comunidades son los versos de las viejitas que entrelazaban con la escarcha invernal, los peregrinos en una charola y el rezo de los ocho padre nuestros, con sus respectivos credos y versos cantados –eran eternos, incluso esas tradiciones sobreviven en algunos espacios, tanto que  a mí me tocaron escucharlos, pero me agradaría volver a escucharlos en la voz de mi abuelita, tía María-.
Son estas las riquezas de la temporada, el saber que en la iglesia de los pueblos se escuchaba la letanía lauretana en latín y al terminar el rezo; las piñatas, el ponche y los tamales calientitos, el sazón depende del barrio que reciba a los peregrinos, mismos que son una verdadera reliquia y que los niños se peleaban por cargar.
Pero también, algo por lo que las personas identifican a Tepotzotlán son las tradicionales pastorelas siguen cautivando a los turistas, al observar el juego de luces con la arquitectura del ex colegio jesuita, vuelve una verdadera oportunidad para admirar las estrellas y el frio de la noche, la paz de Tepotzotlán y el juego de las sombras a disfrutar en cada espacio. Pero no es la única pastorela que acapara miradas, los jóvenes de Tepotzotlán acaparan la atención, puesto que han retomado el discurso e incluso parte de la escenografía de las tradicionales pastorelas de la hostería y le colocan su propio discurso, un contexto social y la comparativa con tal de que las tradiciones no se pierdan, por el contrario vivan y se disfruten en Tepotzotlán.
ES por ello que se puede decir que aun hoy día en Tepotzotlán se puede disfrutar de las tradiciones vivas, de la riqueza cultural que ha perdurado y que se disfruta en los canticos, en la comida, en las imágenes religiosas que se encuentran en todas las comunidades y que hablan de un pueblo en el que lo más importante es preservar las tradiciones y compartirlas con aquellos que llegan y se dejan sorprender por las mismas. 

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